Inauguracion el viernes 9 de octubre. Hasta el jueves 12 de noviembre
El
orden secreto de las cosas
No
hay épica en el comercio. Menos aún en el pequeño comercio. Más
bien lo contrario. Los héroes de ficción rara vez son vendedores y
nadie narraría una transacción cotidiana como una aventura: “Hoy
fui a comprar el pan y tuve una experiencia maravillosa” o
“Conseguí la remera que quería y fue algo trascendental”.
A
los mercaderes, parece, los siguen dejando afuera de los grandes
relatos (excepto si pertenecen al selecto club de los millonarios:
ahí sí merecen tapas de revistas y decenas de líneas que narren
sus hazañas). Suena extraño, o más bien contradictorio, en un
mundo en el que el consumo es rey. Será que la atención siempre
está en el resultado: entramos a un local, elegimos, pagamos, nos
llevamos lo que compramos y al instante olvidamos al que lo vendió.
Claro, quién se va a poner a pensar qué relación habrá entablado
el vendedor con eso que ya no tiene y ahora nos pertenece; cuántas
veces lo ordenó, lo cambió de lugar, lo miró, lo dejó de mirar.
¿Sería su preferido entre todos los objetos? ¿Habrá sentido
satisfacción, orgullo o sensación de pérdida? ¿Los vendedores se
encariñan con sus cosas? ¿El comercio tiene sentimientos? ¿Quién
se va a fijar en eso?
Diego
se fija en eso. Ahí donde otro pasaría de largo, él se detiene.
Ahí donde otro vería un paisaje común, él ilumina, apunta,
encuadra, descubre una pequeña épica. En el centro está el
protagonista anónimo, cotidiano, rodeado de aquello que lo
constituye. Diarios, revistas, frutas, verduras, bicicletas,
lámparas, instrumentos, gorras. Hay orgullo en el modo de cruzar los
brazos, de pararse, de mirar, de exhibir y exhibirse. Y también hay
una trama oculta que se teje desde el punto de fuga y que nos lleva a
intuir cierto orden secreto entre el vendedor y sus cosas. Como si en
cada foto pudiéramos ver, por un segundo, los hilos invisibles que
los unen. ¿Y si los hilos nunca se cortan? ¿Y si siguen ahí, en
cada cosa que compramos y que nos llevamos a casa?
Fernanda
Nicolini